Lucha en defensa del agua...y las mujeres ¿qué?
“…si
nos enfrentamos con el hecho de que no existe ningún brazo del que colgarse,
sino que caminamos a solas y que nos relacionamos con el mundo de la realidad y
no solamente con el de hombres y mujeres, entonces tendremos oportunidad…
y
entonces aquella hermana poeta que Shakespeare tuvo sin que nadie se enterara,
podrá volver a nacer y escribir sus poemas…
y por eso vale la pena que trabajemos nosotras
ahora,
incluso en la pobreza y la oscuridad…”
Virginia Woolf, escritora
feminista nacida en Inglaterra
Esta reflexión sobre la participación de las mujeres
en la gestión del agua, aspira a contribuir al análisis desde las mujeres, para
nosotras y para los movimientos dispuestos a cuestionar el patriarcado
capitalista desde su cotidianidad.
Motivada por
espacios de reflexión, como así también por artículos y charlas compartidas con
compañeras feministas, planteo aquí algunas cuestiones que al hablar de
“Mujeres y agua” quedan en un segundo plano o, no dichas, pero que para mi
visión feminista y ecologista, son centrales, como el acceso a la propiedad, la
división sexual del trabajo, el dialogo urbano-campesino, los mitos de la escasez,
la economía de mercado y de subsistencia, y acaso el punto mas fino para
trabajar, un debate aun vigente entre institucionalidad y autonomía, lenguajes
y alianzas, y el simbólico desde dónde transitar nuestro quehacer político…
Aunque refiere a lo relativo a la gestión del agua,
tema en el que no soy experta pero si, como hija de la Diosa, estoy sensible y
alerta, intento hacer hincapié en retomar el cuestionamiento estructural a un
sistema que, lo veamos por donde lo veamos, parece tenernos colonizadas dentro
de límites muy estrechos, donde las obras, creaciones y luchas de mujeres a lo
largo de la historia se vuelven invisibles…Y con este aporte, nos convoco a que
juntas nos hagamos de espejo, como el agua, para volver a visibilizarnos.
Siglos de patriarcado: las mujeres somos propiedad, pero
excepcionalmente propietarias
“Hijas de…”, “esposas de…”, “madres de…”, la identidad de las mujeres,
se ha construido generalmente en relación o pertenencia a un varón. El
determinismo patriarcal, nos ha dejado a las mujeres en el lugar de
“objeto-propiedad” quitándonos durante siglos nuestra individualidad.
De igual modo, en esta lógica donde las mujeres dependemos de un varón,
se ha priorizado, en la ley y en la costumbre, que la herencia de la tierra sea
para los hijos varones.
La consecuencia de esto es que solo
el 1% de la propiedad, se encuentra a nombre de mujeres.
Resulta imposible pasar por alto, que hoy en día quien tiene la
propiedad, tiene los derechos y un poco más de injerencia en las decisiones
políticas. En el caso de la gestión del agua, esto es notorio.
El modelo español y francés para administrar el agua, se va imponiendo
en el mundo. Sonia Dávila Poblete explica con claridad el nuevo marco legal
donde a las mujeres nos alejan cada vez más de incidir en la gestión y toma de
decisiones respecto del agua:
“Las nuevas políticas de gestión contemplan la
creación de espacios de “participación social”, tales como los Consejos de
Cuenca (a nivel estatal, con uno o más estados y organizadas por cuencas
hidrográficas) y en menor escala los Comités Técnicos de Agua Subterránea
(Cotas) (a nivel municipal, con uno o más municipios, organizados por
acuíferos), instancias donde la participación de la mujer también es ignorada y
sólo en algunos Cotas su presencia es
incipiente.
Si la principal función de los Consejos de Cuenca y
los Comités Técnicos de Agua Subterránea es la de legitimar y restringir
la “participación social ” al incorporar un tamiz legal que permite
confinar dicha participación sólo a los “ usuarios ” legalmente
reconocidos (como decíamos arriba, unos son los usuarios y otros, las absolutas mayorías, los consumidores) y sabemos que en general, no son las mujeres las que
tienen los títulos y papeles de la tierra donde está el pozo o manantial, que
le daría el carácter de usuaria, sino
que están a nombre del esposo, la posible participación de las mujeres en la
gestión del agua se minimiza aun más.” (Suplemento La
Triple Jornada,
En las nuevas
políticas para el agua, la mujer es sólo aprovisionadora, Diciembre 2005)
La división sexual del
trabajo no es natural, e invisibiliza el trabajo
como así también la lucha de
las mujeres
Ella para él, él para el Estado…(diría
Hobbes) y los tres para el Mercado (decimos hoy)
Al hablar de la indudable importancia cotidiana que el trabajo de las
mujeres tiene en garantizar el agua para el uso doméstico, el discurso oficial,
e incluso el alternativo, se quedan en la simple mención de que somos “abastecedoras”. Esto es cierto: lo somos.
Pero la alimentación, la higiene, y el cuidado de los hijos han sido roles construidos desde el mandato que para
las mujeres signa el orden patriarcal, mientras les queda a los hombres la gestión
y toma de decisiones. Dejemos en claro que esto no es ni natural, ni esencial:
es una construcción política y como tal, transformable.
La división sexual del trabajo
existe, y es fundante y necesaria en este orden globalizado. El trabajo
doméstico, gratuito e invisible, representa alrededor del 50% del PBI, pero que
no está contabilizado en ninguna economía. Es decir que las horas que a las
mujeres nos lleva asegurar la tenencia de agua, de alimentos, de combustible,
cuidar la higiene de criaturas, la ropa y el hogar, garantiza la reproducción de la fuerza de trabajo, y el capitalismo
es su principal beneficiario. Este
trabajo, no se considera tal por no ser asalariado. Es preciso tenerlo en
claro, sobretodo cuando llegan a los talleres de mujeres, varones prepotentes
que nos acusan de “discriminadoras” por intentar trabajar desde nuestra
realidad especifica, o que vienen en maestros generosos a decir “como debemos
hacer las cosas…”, o que se presumen de “feministas” porque una vez a la semana
lavan los platos. Pocos son los compañeros que como cómplices, aportan a los
debates desde el respeto, y asumen el desafío de cuestionar en términos
estructurales esta división del trabajo, asumiendo una postura crítica.
Ivonne Gevara[1],
plantea que “Fue en la convivencia que
percibí cada vez más la conexión entre la esclavitud económica y social en que
viven las mujeres y el dominio de la tierra en manos de unos pocos latifundistas.
Sin duda esta esclavitud es compartida con los hombres, pero las mujeres
parecen soportarla en dosis doble, por el hecho de vivir en su cuerpo y en su
historia las consecuencias de una organización social que siempre acaba
privilegiando a los hombres, dejando sobre los hombros femeninos la carga de
los hijos. Percibí esto especialmente en las periferias de las ciudades. Son
las mujeres las que tienen la responsabilidad de llevar los hijos e hijas,
victimas de enfermedades respiratorias, y otras, a los servicios de salud. Son
ellas las que soportan largas horas de pie con los niños en brazos, esperando
turno para ser atendidas. Son ellas las que se angustian corriendo tras
medicamentos, viviendo un verdadero vía crucis en busca de los recursos necesarios
para salvar las vidas que les son confiadas. Son ellas también las primeras en buscar
alternativas para mejorar la calidad del aire y del agua a través de las
reivindicaciones públicas, organizando grupos solidarios para la limpieza de
los barrios y tantas otras pequeñas iniciativas, a fin de garantizar
condiciones mínimas de salubridad para con la vida de la familia. (…) Nada
extraordinario. Apenas lo ordinario de la vida, la monotonía incómoda de lo
cotidiano clamando por justicia.” La monotonía incómoda de lo cotidiano… no
es por ninguna “esencia” que lo hagamos las mujeres, sino por el lugar
cotidiano que la mayoría de las mujeres en el mundo ocupan, y así será,
mientras el sexo ordene el trabajo y hasta tanto nos animemos a cuestionar la obligatoriedad en el
comportamiento según los roles sexuales.
Las mujeres en las luchas
sociales:
la urgente necesidad de
articularnos urbanas y campesinas en todo el mundo
Tomando un caso puntual en la lucha por la defensa del agua, Elizabeth Pereda señala[2],
cómo la resistencia durante la guerra del agua en Cochabamba la iniciaron las regadoras, mujeres campesinas que hacen
un trabajo que habitualmente hacían los varones, y que al llegar a la ciudad
fueron bien despreciadas, pero que al aplicarse el tarifazo, no solo los
citadinos las aceptaron y las entendieron sino que se sumaron a la movilización
que habían iniciado. Ellas fueron las primeras en advertir lo que significaba
la privatización y el aumento salvaje que la empresa Brechtel impuso en el
costo del agua. Ellas fueron el cerillo que encendió la mecha del estallido.
Sin embargo al armarse las mesas de negociación, esa presencia inicial fue
mermando hasta casi desaparecer.
Hablar y visibilizarnos a nosotras mismas es nuestra responsabilidad, y resulta cada vez más importante asumir
esta complicidad entre mujeres, no solo por nosotras, sino por la urgencia de
cambiar esta injusta constante en la historia de la humanidad.
Cada una tiene experiencias cercanas de situaciones de lucha similares.
Bolivia, Argentina, India, Filipinas, Kenia o Brasil…no importan dónde, suele
repetirse la misma historia.
Con todo esto, y considerando que la movilidad de roles y de la
información en las ciudades es mayor que en las zonas rurales, veo importante
generar espacios de encuentro y articulación entre mujeres del campo y de las
ciudades, porque sabido es, que aunque nuestra visión y valentía inicia los
movimientos, terminamos invisibilizadas en una historia donde la voz que narra
los hechos, termina siendo de los varones. Y este intercambio no solo en ideas
y experiencia… lo creo necesario también en las producciones de alimentos, de
artesanías, como de tecnologías.
Y por eso valoro y celebro sobremanera los espacios de mujeres, donde
vernos y pensarnos, aunque nos quieran acusar de “discriminadoras”.
Bertha Cáceres, luchadora hondureña contra las represas
y por la determinación de los pueblos a vivir en su tierra con dignidad y soberanía.
Fue asesinada el 5 de Marzo de 2016. ¡Betha vive!
El primer mundo nos vampiriza: Economía de “subsistencia”
vs. Economía “de mercado”
La globalización ha llevado a consolidar el mito desarrollista de que
la pobreza está ligada a las economías de
subsistencia, y que solo con “desarrollo,
inversiones y economía de mercado” es posible superarla. Nada más falaz que
esta idea, promovida por la biotecnología, los “expertos” formados en Harvard,
y los filantrópicos prestadores de micro-créditos como Yunus y su “banco de los
pobres”.
Vandana Shiva[3]
en numerosos trabajos, señala una y otra vez ejemplos donde la administración
de alimentos, agua, minerales, leña, era suficiente para cubrir necesidades
básicas sin contaminar ni dañar el ambiente mientras estaba administrada por
mujeres, muchas veces en un orden pre-monetario. Pero la revolución verde en
los años 50, y la globalización en los 90, transformaron la explotación minera,
forestal, agrícola, ganadera en actividades mercantiles que requieren grandes
cantidades de agua y de energía, para las cuales construyeron presas, caminos,
expulsaron campesinos e indígenas de sus tierras hacia las ciudades, obligando
a generar dinero a través del trabajo asalariado a quienes ancestralmente
subsistieron en una orden de economía no monetarizada.
Todos los discursos del 4ª Foro Mundial del Agua cultivan el discurso inversionista para luchar contra la “escasez”, obviando el grosero
detalle que esa “escasez” ha sido provocada por la lógica mercantilista de su propio desarrollismo patriarcal,
centrado en dominar la naturaleza y
ponerla al servicio del “hombre”, negando el valor de los conocimientos locales
y las tecnologías tradicionales.
Además, estos dos paradigmas económicos, se centran en dos visiones muy
distintas del mundo: uno fluye cíclicamente y se ordena en comunión con una
totalidad mayor sabiendo que las propias acciones repercuten en el entorno del
cual se es parte; el otro, desconfiado y controlador, cree de manera
cortoplacista que la fortuna está en acumular y tener llena la cuenta en el
banco, sin entender que lo que no circula
,lo que queda estancado, tarde o temprano se vuelve un perjuicio…
En los últimos años, la violencia globalizadora contra las culturas no
monetarizadas ha tenido distintas estrategias. Una, y quizás la mas temible por
el modo en que fue gentilmente aceptada por la opinión progre y filantrópica,
ha sido la de los “micro-créditos”, que logró involucrar en el sistema
financiero a grupos humanos que casi no
usaban dinero. Y el mayor impacto de esta estrategia, fue sobre las mujeres más
pobres del tercer mundo.
“…el modelo del Grameen Bank
consisten en reemplazar, o por lo menos en integrar al sistema formal universal
(ahorro con baja tasa, préstamo con tasa elevada), a todos los variados
sistemas de ayuda mutua que hacen parte de la economía popular. Uno de los
defensores de la subordinación e integración de las economías informales, H. D.
Seibel, profesor en la
Universidad de Colonia, explica que la meta de tal operación
(del tipo Grameen bank), es de reemplazar
el trabajo y los valores premonetarios por valores en especias, de reemplazar
los grupos no financieros por grupos financieros, el sistemas de préstamos
rotativos por sistemas no rotativos, los grupos éfímeros por grupos
permanentes, el ahorro simple, por el crédito alimentado por el ahorro”
Ver www.creatividadfeminista.org ,
¿desarrollo?, Art. Anteriores, Del luminosos porvenir del microcrédito o microcréditos para
macroendeudamientos
Mentiras Maltusianas o…el
mito de la escasez
La teoría económica de Thomas Malthus afirma que
mientras la población crece en progresión geométrica, la producción de
alimentos lo hace en progresión aritmética resultando de esta hipótesis que el
hambre y el crecimiento demográfico son un callejón sin salida. Malthus
es el teórico de la escasez, y el
determinismo apocalíptico, que ha sido sustento ideológico para justificar el
derecho del más fuerte a sobrevivir a costa del bienestar de los demás. En
contraposición a Malthus, la teoría económica del marxismo, señala que el
hambre y la pobreza, no son un problema de escasez, sino de distribución.
Tanto en lo que es el capital, como el alimento, la tierra y el agua, la
distribución y el acceso a su tenencia y uso son las claves políticas del
asunto.
Como dijo Gandhi: “La Tierra tiene
suficiente para las necesidades de todos, pero no para la ambición de unos
pocos”.
Es preciso romper los mitos de la escasez, porque
solo sirven para invisibilizar que la pobreza es producto de un orden donde
los pocos tienen cada vez más y los muchos cada vez menos.
El problema no somos
los “muchos”… sino los “pocos”… es decir, los patriarcas “pro-vida” de saco y
corbata y su violencia militar, financiera, religiosa, ideológica, jurídica y
política.
Con esto no paso por
alto, que el cambio climático producto del uso de combustibles fósiles, afecta
directamente la disponibilidad de agua dulce en ríos, lagunas y acuíferos, y
que el agua que antes estaba disponible en abundancia ya no lo está, y que
existen desertizaciones e inundaciones crecientes.
Lo que si señalo, es
que quienes hablan de la escasez, ocultan su responsabilidad en la
contaminación y el cambio climático, en la imposición de modelos de
“agricultura sin agricultores” en la tala de bosques nativos y su cambio por
eucaliptos y pinos, en la contaminación del agua limpia con los residuos de su
voraz minería industrial, y en la ambiciosa construcción de presas.
EEUU, por ejemplo,
produce el 25% de los gases de invernadero del planeta, y no está dispuesto a
modificar su generación de dióxidos de carbono, negándose a firmar el acuerdo
de Kyoto, donde los países industrializados se disponen a reducir las emisiones
de carbonos.
La agricultura biotecnológica,
sucesora de la “revolución verde”, esta matando la fertilidad de la tierra y su
capacidad de absorción, volviendo arcillosas tierras que siempre fueron
fértiles. Esto está provocando que haya grandes zonas inundadas, con mantos
freáticos que se van secando, como sucede hoy día en la pampa húmeda argentina,
producto de los monocultivos de soja transgénica, sembrada con un pesticida que
acaba con la vida de la tierra, y que requiere gigantescas cantidades de agua
para su riego. Además, arrasan con topadoras los bosques nativos para “tener el
terreno limpio para sembrar” y obligan a migrar hacia las ciudades a personas
que desde hace mucho tiempo viven de la tierra y el agua de su pozo.
La ganadería
extensiva, también destina grandes cantidades de agua para cultivar alfalfa y
otras forrajeras, agua que se quita a cultivos de subsistencia y comunidades
rurales, siendo producciones que terminan en su mayoría destinada, no al
consumo local, sino a la exportación hacia países del primer mundo.
Asimismo las
transnacionales, saquean minerales de los países en desarrollo, dejando a
cambio, arsénico, cianuro y tóxicos que vuelven altamente nocivas las aguas.
Saquean también las maderas de los bosques nativos, desertizando grandes
extensiones en poco tiempo y provocando posteriores inundaciones que arrasan
pueblos enteros.
Finalmente las
presas hidroeléctricas provocan el estancamiento de grandes cantidades de agua,
que se les quita a quienes antes la tomaban del río que fluía corriente abajo.
Pero estas aguas estancadas, traen también enfermedades, insectos, e impactos
ambientales que nunca se tiene en cuenta.
Concluyendo: el
problema no es entonces la escasez.
Es la garantía del
acceso al agua limpia y detención inmediata de la producción de gases
invernadero, la minería industrial, la ganadería extensiva, los monocultivos
trasgénicos, la tala indiscriminada de bosques, y las presas hidroeléctricas,
temas que los grandes empresarios del mundo se empeñan en silenciar.
Todo esto, claro, sin olvidar que, detrás de “el uso y la costumbre” también se esconde la opresión patriarcal,
como dijo una compañera en el taller de la asamblea: “Los usos y costumbres tan bonitos cuidan la tierra, pero muchas veces nos perjudican a las mujeres”. (Este tema,
sin duda, merece un desarrollo aparte, y varias mujeres lo están desarrollando,
desde una crítica a “la idea de cultura”)
“Dime de donde vienes, y te
diré si hago alianza contigo…”
Durante el último Foro Mundial del Agua, se ha podido
ver que dentro del mundo de las ONGs, han estado las que con su presencia en el
foro oficial, legitimaron falsamente la voz de “la opinión pública” dentro de
un espacio viciado, una pantalla pública para fingir discusiones que no son
tales, porque las resoluciones del Foro ya han sido cocinadas con anterioridad
por: el BM, el Consejo Mundial del Agua (WWC) presidida por Ismail Serageldín,
( y vicepresidente del BM), la Comisión Mundial del Agua, presidida por William
Congrove, (ex asesor del BM y actual de la empresa Vivendi), las grandes
empresas interesadas en el negocio del agua como Suez, Vivendi, RWE, Brechtel,
Aguas de Barcelona, la Coca-cola,
Pepsi-Cola, Danone, Nestlé, Montsanto etc…
Ver
http://agua.ecoportal.net/content/view/full/55583
artículo de Gustavo Soto publicado en ecoportal.net
Pero al interior del movimiento de mujeres, esta reflexión
atraviesa transversalmente todas las
temáticas, hoy es en lo referido al Foro del Agua, mañana lo será en cuestiones
legales referidas al aborto y pasado mañana en cómo pararnos frente a los
asesinatos de mujeres… ¿Somos parte de un mismo movimiento con capacidad de
escucharnos? ¿o están las pueden hablar a nombre de todas, usando los
testimonios de “las otras” pero olvidando compartirles su producción teórica?
“Nosotras no le llamamos ni género,
ni equidad…Ahí de donde vengo le
llamamos sobrevivir”
Así habló una compañera de Ucizoni [4]en
la Asamblea en
defensa de la tierra y el agua[5],
cuando el discurso se puso muy abstracto, y distrajo un momento en el que
habían empezado a salir las cotidianidades de la violencia, no solo de los
terratenientes, sino de los propios compañeros…
Es urgente reflexionar hasta qué punto existe un discurso construido
por la academia y utilizado por los organismos internacionales y los estados
que a las mujeres de carne y hueso, no las representa.
¿A nombre de quién hablamos cuando hablamos de “equidad”, “género”, “desarrollo”
aunque sea “sustentable”, “políticas públicas”, agendas y secretarías? ¿La
producción teórica de quienes tomamos para legitimar nuestro discurso? Y
finalmente, ¿Con quiénes hacemos nuestras alianzas?
¿Nos vestimos de trajecito y zapatos con taco para coquetearle al poder
político y financiero y lograr que nos concedan un párrafo misericordioso en
sus “democráticas” declaraciones?
No faltó en el 4º Foro el ya conocido condimento de género…Tecnócratas, asesoras, especialistas que con
su presencia en espacios como ese, dicen llevar “la voz de las mujeres”
legitimando políticas que impactan directamente en perjuicio de la mayoría de
las mujeres.
Afirmado por Maud Barlow, coautora del libro Oro Azul durante el Foro alternativo: “es nuestra obligación saber que el sistema roba el lenguaje y lo vacía
de contenido, y debemos estar atentos para que no nos sigan engañando”
Las feministas autónomas, ya desde el VII encuentro Feminista de
América Latina y el Caribe realizado en Cartagena, Chile, en 1998, advertimos
cómo en el movimiento feminista, los discursos institucionales, han sido
modelados desde el Banco Mundial y las financiadoras, coptando el lenguaje,
vaciándolo de contenido y hasta se han atrevido a exigir modificaciones que
suavicen el contenido subversivo original del feminismo. Decir por ejemplo, “diversidad
sexual”, borrando la palabrita “lesbianas” o sacando el término “aborto” para
reemplazarla por “Derechos reproductivos”. De igual modo, desde el
ambientalismo, vemos las barbaridades que se cometen en nombre del “desarrollo
sostenible”, la conservación, “lo integral”, “lo cultural” y el uso perspicaz
de “lo ecológico”.
Es un acto de dignidad no hablar “correcto” si esta corrección nos
resta precisión y posición política, porque las franjas “intermedias, moderadas
y correctas”, han demostrado ser vulnerables y coptables frente la ferocidad
del Nuevo Orden Globalizador.
Pero decir ONG no es necesariamente sinónimo de traición a los movimientos. De ninguna manera…
De hecho hay ONGs que han nutrido y sostenido el Foro en Defensa del Agua,
comprometidas e integrantes de los movimientos.
La inserción en los movimientos sociales, da, a mi entender,
percepciones y diagnósticos “desde adentro” y con un mayor respeto y compromiso
con los procesos que se gestan desde abajo. Ya no como “observadores”, lugar en
donde muchas veces se ponen “los investigadores”, que hacen “trabajos de campo”
cobran su dinero, pero su producción termina siendo una suerte de espionaje al
servicio de los Organismos Internacionales, para definir por donde irán los nuevos
ajustes. Por eso, no alcanza con escribir…también hay que ver al servicio de
quién está lo que se escribe.
Por otro
lado, durante el taller de Mujeres en el marco del Foro en defensa del agua,
una compañera venezolana, vestida igual que su otra compañera con propaganda de
su gobierno, reivindicó a Chávez y señaló cómo su política “les había dado” a
las mujeres venezolanas un nuevo lugar, asegurando que en Venezuela ya no había discriminación por sexo. Su
posición, defendía un modo de hacer política “desde arriba”, y remarcando la
importancia de una figura fuerte que toma decisiones a favor del pueblo.
El
proceso enVenezuela, tiene puntos muy inconsistentes, con una economía basada
en la venta de petróleo crudo (ni siquiera procesado, es decir que venden el
recurso subterráneo, pero no el trabajo venezolano), y con una expansión
totalmente acrítica de los monocultivos de soja y palma transgénica, y como
afirma el Grupo de Reflexión Rural en Argentina,“Con soja no hay ALBA”
(Alternativa Bolivariana para las Américas)
La
figura de Chávez representa un estatismo paternal, militar y religioso y,
aunque infinitamente más difíciles existe otra forma de hacer política
construyendo a largo plazo, con procesos colectivos, fraternales y soróricos[6]
que permiten crecer en capacidad de organización y discusión. Pese al
personalismo de Marcos, el proceso de “la otra campaña”, intenta otro modo de
hacer política, sin aparatos partidarios que movilizan gente por una ración o
un dinero.
Esta distinción se vuelve imprescindible en un tiempo de camaleones
donde las identidades políticas se confunden con facilidad…
Transcribo algunos párrafos de la Declaración del
Feminismo Autónomo, que aunque redactada en noviembre de 1997, sigue tan
vigente como entonces, en un debate en el que no hemos avanzado mucho al
interior del feminismo.
“Estamos
por la construcción de un movimiento que genere una interlocución y un diálogo
con el mundo social, que impugne todas
las formas del poder patriarcal, en lo público y en lo privado. Que cuestione
al Estado y sus instituciones. Nuestro feminismo no es sumarse o integrarse a
las relaciones sociales de desigualdad y de poder que otros han definido.
Nuestra política no es hacer una lista de demandas, sino el proceso crítico de
repensar el mundo, la realidad y la cultura. (…)
La
legitimidad de nuestro movimiento no se construye respondiendo a la legalidad
del sistema, sino en la práctica social. Y se da en los hechos, no en el
reconocimiento jurídico por parte del Estado.
(…) Nos negamos a negociar con las instituciones
supranacionales y nacionales que provocan el hambre y la miseria, instituciones
como el BID, el Banco Mundial, el FMI,
etc. Tenemos que discutir y analizar los límites de los dineros de la
cooperación internacional.
Debemos
conocer y decodificar el origen y los procedimientos de los recursos y que
también eso sea parte de la subversión. Queremos interpelar al dinero y su
poder.
La
autonomía es un límite y posibilidad que define nuestras formas de relación con
el mundo, pero no es autonomía de la historia, en sus hechos y luchas
cotidianas donde alimentamos y profundizamos nuestra crítica al sistema y donde
instalamos nuestra subversión cotidiana, lo que hacemos con y a partir de
nuestra historia. Nuestra tolerancia es grande pero tiene límites. Ya no
queremos ser tolerantes con quienes nos negocian y nos niegan. Nuestra ética no
es la tolerancia infinita sino las relaciones de respeto y visibilización”[7].
Hoy mas que nunca, se evidencia cómo los discursos del feminismo
institucional, terminan sirviendo a los Organismos Internacionales, como el
Banco Mundial, el BID, FMI y OMC para condimentar con un poco de “género” los
discursos que finalmente están al servicio de las políticas privatizadoras.
Y con esto digo que, muchas veces, callar, es otorgar.
¿Hacia donde queremos construir? ¿Hacia donde queremos
marchar?
¿Con quienes haremos nuestra primera alianza política?
Cuando hablamos de nosotras… ¿donde esta el límite?
Conclusión
Y para
terminar, quiero, como mujer pagana, respetuosa de las fuerzas de la
naturaleza, comulgar con la cosmovisión de muchas comunidades del mundo, donde
los cuatro elementos, la tierra, el aire, el fuego y el agua, tienen un
carácter sagrado, ligados al espíritu humano de manera inseparable. Una visión que
el cristianismo gnóstico mantiene, pero que el institucional católico y
protestante han condenado por herética.
Sin
embargo, resulta notable que tanto desde China hasta Los Andes mapuches,
pasando por el Tawantinsuyo en lo que hoy se llama Bolivia y Perú, hasta la
magia del corazón de África, desde los Hopis en EEUU y la nueva mexicanidad
hasta el resurgir wiccano del indigenismo europeo pre-cristiano, todas las
culturas, coinciden en celebrar un tiempo cíclico y circular, saludar las
cuatro direcciones mágicas y el centro y en ellas a los cuatro elementos.
El agua,
como emoción colectiva que fluye y conecta desde un lugar irracional,
atemporal, circula como la sangre, por los rincones del planeta. El agua como
fuerza capaz de oradar la piedra, de agrietar los muros humanos más prepotentes
de la represión, de lograr que florezca el desierto, de purificar y aliviar
la pesadumbre del camino, esta fuerza se vuelve hoy un símbolo de unión por la
vida. No la vida discursiva de los pro-vidas asesinos como Bush. La vida
cotidiana plena de menudencias y hechos constitutivos de cada persona, la vida
del encuentro, de la íntima soledad, de la celebración y el misterio.
La vida
que fluye, irreverente y fresca, en cada pequeña revolución, en cada beso, en
cada lágrima.
Quiero
agradecer al agua por sus cotidianas enseñanzas, y como dijo Víctor Manuel
Toledo, “somos 75% agua y solo 25% materia, y estoy pensando si no somos el
agua que está hablando, el agua que esta en cada uno de nosotros, que al unirse
en su defensa, está de fiesta!!”
Le
apuesto a regar semillas, y a cuidar que crezcan y se fortalezcan hasta
florecer y dar frutos, en un trabajo más de base, socializando experiencias y
creando teoría desde la práctica y enriqueciendo la práctica en la dinámica de
socializar la teoría, dialécticamente.
Por la
agricultura orgánica, la identidad regional, la soberanía alimentaria, sobre el
agua y territorio.
Por la despenalización del aborto y la soberanía de
las mujeres sobre nuestros propios cuerpos y vidas.
Por la devolución de las tierras usurpadas a las
comunidades indígenas, el fortalecimiento del intercambio regional, el dialogo
de movimientos campesinos con movimientos sociales urbanos.
Por el
retorno de la Diosa,
el respeto y el agradecimiento a las fuerzas vivas de la Naturaleza,
Por la
visibilidad de las múltiples formas de amor, de expresión, de lenguajes y
culturas...
¡Que la
magia vuelva al mundo!
México-Tenochtitlan, Junio de 2006
[1] Teóloga feminista
brasileña expulsada de la iglesia por defender el derecho de las mujeres a
abortar, en su libro “Intuiciones ecofeministas”
[2] Desgrabación de su exposición en el taller “Mujeres en defensa del
agua” realizado el 18 de marzo, en el marco del Foro Internacional en Defensa
del Agua, la ciudad de Mexico.
[3] Ver “Monocultivos de la mente”, publicado por el Instituto del Tercer
Mundo, Uruguay, 1994
[4] Unión Indígena de la Zona Oriente
y Norte del Itsmo
[5] Realizada 22 y 23 de enero de 2006, en la escuela del sindicato de
electricistas del DF.
[6] De “sor” hermandad de
mujeres.
[7] Permanencia
Voluntaria en la Utopia. Taller editorial de la Correa Feminista, Mexico, DF,
Mayo 1997
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